
Hernán Migoya es uno de los autores más inclasificable de nuestro panorama. Editor, redactor, guionista, escritor… en cada una de las labores en las que ha participado ha destacado su provocadora presencia. Actualmente se plantea su mayor reto en el mundo de las viñetas: la adaptación de las novelas de Manuel Vázquez Montalbán de Pepe Carvalho. Un singular detective que ha tenido una prolongada vida en diferentes medios y que ahora se presenta de nuevo al gran público dibujado por Bartolome Seguí. Con Hernán Migoya conocemos un poco más de cerca el proyecto.
¿Cómo nace Carvalho?
Nace de una noche de borrachera propiciada por la escritora Llucia Ramis para que conozca al hijo de Manuel Vázquez Montalbán, Daniel Vázquez Sallés. Como ella previó, congeniamos y ya un poco iluminados por el alcohol, se me ocurrió lo de llevar Pepe Carvalho a los cómics. Daniel me prometió un apoyo absoluto y cumplió su palabra: es una persona de una honestidad extraordinaria y por eso Seguí y yo le dedicamos este primer álbum.
¿Ha sido complicado trasladar a las viñetas el particular universo de Vázquez Montalbán?.
Ha sido complicado sobre todo tomar varias decisiones radicales: huir de la narración convencional en cartuchos en tercera persona, que matan la viveza del avance narrativo y lo hubieran convertido no en un cómic retro sino en un cómic anticuado, algo así como una historieta de los años 50 narrando una historia de los 70; asumir la voluntad de condensar la esencia real de las novelas, de las que el caso criminal suele ser un pretexto, eso sí muy rico en detalles de género negro, para lanzarse a escanear nuestra sociedad de la época; y adoptar el formato de BD francesa en lugar del de novela gráfica estadounidense, para darle el sabor europeo que los casos de Pepe Carvalho y la propia naturaleza del personaje destilan. La última decisión vital nos la trajo la fortuna al hacer que Norma Editorial me consultara qué dibujante veía apropiado para dar vida a Carvalho. Yo respondí sin dudarlo: Tomeu Seguí.
Con Tatuaje comenzáis las adaptaciones de las novelas de Carvalho. ¿Tenéis idea de adaptarlas todas?
Por lo que veo en las respuestas de Seguí a sus entrevistas (él se está encargando de la mayor parte de la promoción, debido a mi “exilio” en el Perú), acaricia en efecto el mismo sueño de poder adaptarlas todas, como si fuera nuestro ‘Teniente Blueberry’ particular, y a la vez sufre el mismo temor que yo: que nos muramos antes de poder lograrlo. ¡Son un montón de novelas!
Apostáis por un formato francobelga. ¿Tenéis idea de llevar la obra a este mercado?
Sí, en marzo ‘Tatuaje’ sale publicado en Francia por Dargaud. Siempre soñé en llegar al mercado francés con un proyecto propio, nacido de nuestra cultura. Nunca imaginé que sería con un personaje español tan popular ya allí como Pepe Carvalho.
Carvalho ha recibido numerosas adaptaciones tanto en cine como en televisión. ¿Te han condicionado a la hora de realizar tu propia versión del personaje?.
No, eso hubiera sido muy reduccionista por mi parte. A la hora de emprender el primer guion, antes de que supiera quién iba a dibujarlo, me vi la versión cinematográfica de Bigas Luna, pero solamente para comprobar que no se me escapara nada en términos de ambientación o alguna sorpresa de caracterización interesante, y por pura curiosidad cinéfila. Solamente intenté mantener un modelo a lo Luis Ciges para Bromuro, por ejemplo, porque me gusta jugar con modelos actorales que amo. También revisité la serie de Aristarain con Eusebio Poncela, de la que fui muy fan de niño, por sus altas dosis de autenticidad barriobajera -yo me crié en la periferia obrera barcelonesa- y de erotismo. Pero lo importante para mí siempre fue la fuente original, la novela, y crear una adaptación directa, sin intermediaciones de otras versiones. Por suerte, cuando nos sentamos Seguí y yo a hablar, enseguida vimos que íbamos por el mismo camino y el mismo concepto creativo.
Eusebio Poncela o Juanjo Puicorbe interpretaron al protagonista. En tu caso has elegido basarte en Ben Gazzara, actor favorito de Vázquez Montalbán…
Daniel Vázquez me había dicho que era el actor soñado por su padre para hacer de Carvalho y yo venero a Gazzara. Pero si Seguí hubiera dicho “ni hablar”, hubiera respetado su propia propuesta. Tomeu es muy fan también de la saga Carvalho y vio fenomenal partir de Gazzara hasta llevarlo a su propia visión. Yo no puedo tomar decisiones como ésa sin la complicidad del dibujante.
En la serie de Carvalho Barcelona se convierte en un personaje más y a través de las novelas podríamos ver un repaso a la historia reciente de la ciudad condal. En el caso de Tatuaje la vemos en los últimos tiempos del franquismo.
Sí, es una excelente primera radiografía de nuestro país a las puertas de la democracia. Me impactó mucho ver que Carvalho ya era un escéptico desencantado entonces, en ningún momento participa de ninguna alegría ni esperanza ante la inminente muerte de Franco. “Contra Franco vivíamos mejor”, decía Montalbán con la brillantez que le caracterizaba. Y los españoles siempre hemos vivido mejor contra alguien, como demuestra la actualidad. Nos encanta especialmente tomarnos a nosotros mismos como enemigos para justificar nuestro sempiterno cabreo. ‘Tatuaje’ es como asomar la cabeza y vernos retratados ya en 1974, antes de que tú o yo supiéramos cómo íbamos a ser de adultos.
¿Cómo ha sido la reconstrucción de la época?.
Una de las tareas más estimulantes del proceso de guion es buscar documentación. Le paso toda la que puedo a Seguí. Luego él también busca más, y Roser Messa, experta en la historia de Barcelona, también nos ayuda con su sabiduría a pulir cabos sueltos, como rastrear fotografías de locales o instituciones que ya no existen. Pero lo realmente importante, y he sido plenamente consciente de ello ya con el álbum en la mano, es que tanto Seguí como yo vivimos la Barcelona de los 80, la Barcelona preolímpica, y nos sentimos cómodos recreando ese espacio. Ahora me echo a temblar pensando qué hubiera pasado si el dibujante fuera mucho más joven. Creo que las viñetas no respirarían esa verdad que respiran las viñetas de Seguí.
Para la realización de la obra cuentas con el dibujo de Bartolomé Seguí. ¿Cómo ha sido el trabajo conjunto?
Una delicia. Seguí lo tiene todo: es talentosísimo, disciplinadísimo y muy buena persona. Y por si fuera poco, guapísimo. Respeta mucho mi trabajo y yo adoro el suyo. Durante año y medio o más me enviaba cada 7 o 10 días una página nueva, y ése era mi día más feliz de la semana. Nunca sabré transmitir la euforia que un guionista experimenta al ver aquello que imagina trasladado a imágenes por un artista de cómic. Lo de Seguí es magia pura. Estamos los dos realmente muy contentos del resultado de ‘Tatuaje’ y creo que nuestros editores Óscar Valiente, Luis Martínez y todo el equipo de Norma Editorial también, porque la edición que han hecho ha sido primorosa.
¿Cómo ha sido el trabajo de adaptación de la obra?
Yo lo disfruto mucho, la verdad. Soy un admirador de la novela negra desde que tenía 10 años. De hecho mis lecturas no se corresponden a las de mi generación, sino a la anterior por lo menos. De niño ya leía Dashiell Hammett, Maurice Leblanc, Raymond Chandler, Patricia Highsmith, Mickey Spillane, Charles Williams, James M. Cain, Jean-Patrick Manchette, Andreu Martín… Así que recojo toda esa cosecha sembrada en mi subconsciente desde que me caí de crío en una marmita de novelas policíacas y aplico lo aprendido en la adaptación de cada novela de Carvalho. Seguí ya está comenzando a dibujar la segunda, ‘La soledad del mánager’, que es mi preferida del primer ciclo, y yo ahora estoy realizando mi storyboard de ‘Los mares del Sur’. Ese story es una herramienta para mí, para allanar el terreno antes de redactar el guion definitivo, que es el que entrego a Tomeu.
¿Vas a compaginar Carvalho con otros trabajos?
Claro, tengo que vivir.
¿Proyectos?
En marzo aparecerá en España una recopilación de ‘Hazañas eróticas del Cuarentón Hijoputa’, mis relatos pornográficos para la revista Primera Línea, recogidos por la editorial Dibbuks y con todas las ilustraciones de Santiago Sequeiros más un prólogo de la socióloga feminista Leyre Khyal.
Y por aquello de seguir “hazañoso”, me encantaría poder recoger en un solo libro las más de veinte historietas que escribí de las ‘Nuevas Hazañas Bélicas’ para tantos grandes dibujantes del país. Pero creo que me moriré sin verlo editado.
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