Premio Nacional de Cómic | 10 años. 2007-2017. Entrevista a Pepo Pérez y Gerardo Vilches

Hace 10 años nació el Premio Nacional de Cómic, un premio que ayudaría a demostrar como el cómic estaba adquiriendo una nueva relevancia que se filtraba a las instituciones. 10 años después, comisariada por Pepo Pérez, podemos ver una cuidada exposición en la que recorrer la década transcurrida. La exposición cuenta con un cuidado catálogo que aporta nuevos significados a la exposición con entrevistas a todos los autores realizadas por Gerardo Vilches. Con Pepo Pérez y Gerardo Vilches conocemos mejor la exposición, el catálogo y la trascendencia del Premio Nacional para el mundo del cómic.

¿Cómo nace la exposición?

Pepo Pérez: De una propuesta de la Fundación General de la Universidad de Málaga (FGUMA), que me encarga levantar el proyecto con ocasión de su vigésimo aniversario. Su director actual, Diego Vera, ya apostó el año pasado por el cómic con un curso de verano que dirigí y que fue uno de los que tuvo más matriculados. A partir de ahí llevé el proyecto al Vicerrectorado de Cultura y Deporte de la Universidad de Málaga, que inmediatamente nos hizo hueco en su programación de exposiciones, en una sala espléndida situada en el centro histórico de la ciudad, en el edificio del Rectorado. Después entraría el Ministerio.

¿Cómo ha sido el proceso de realización de la misma?

Pepo: Redacté un proyecto que FGUMA presentó en febrero al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. En el Ministerio querían hacer algo para conmemorar los diez años del Premio Nacional del Cómic; cuando vieron el proyecto, les encajó y desde la Dirección General de Industrias Culturales y del Libro decidieron entrar rápidamente. Su implicación ha sido muy importante. En general, el apoyo desde las tres instituciones ha sido total, y los técnicos de todas ellas han sido fundamentales. Lourdes Lupiáñez, del Vicerrectorado de Cultura de la UMA, Sergio Martín, de FGUMA, y Pepa Gutiérrez y David García, del Ministerio.

¿Ha sido complicado reunir a todos los autores?

Pepo: En general, no. En el cómic los autores suelen tener muy buena disposición y generosidad, aunque cualquier exposición colectiva implica un mayor trabajo logístico. Se contactó con todos los galardonados, incluyendo guionistas, lo que hacen quince autores en total, y están todas las obras premiadas. En el caso del último Premio Nacional, otorgado en octubre, fue particularmente rápido porque Rayco Pulido respondió a toda velocidad y por eso se le pudo incluir en la exposición y el catálogo, a pesar de que los trabajos estaban ya bastante avanzados.

 

En la exposición tiene gran protagonismo la escenografía, generando diferentes espacios en los que se marcan con códigos de colores las diferentes obras.

Pepo: Sí, mediante círculos de color y textos en vinilo circulares. Para que el diseño expositivo no pareciera una “feria” limitamos los colores de los círculos a rojo y azul, aparte del gris oscuro de fondo para que la “mancha blanca” de las obras destacara en la sala. Si colocas dibujos para cómic sobre paredes blancas, que suelen hacerse sobre papel blanco de escaso tamaño —lo máximo normalmente es A3—, se pierden. En el white cube de la sala de arte quedan bien cuadros y otras obras objetuales, porque con las paredes blancas las destacas y no interfieres en sus colores, pero con “papeles dibujados” para cómic, básicamente “manchas blancas” en esta exposición salvo casos concretos, ocurre lo contrario. Una vez pintados los círculos de color sobre el fondo gris, elegimos “zona roja” o “azul” según la obra, por razones visuales o temáticas. Por ejemplo, Las serpientes ciegas, de Cava y Seguí, y El arte de volar, de Altarriba y Kim, están asociadas al rojo por razones obvias para quien las haya leído.

Desde el cartel se muestra la intención de utilizar una señalética específica que rehuya el uso de viñetas específicas para definir la obra de los autores.

Pepo: El cartel y banderola son obra de Erika Pardo Skoug. En la gráfica quisimos evitar tanto el uso de “bocadillos” como de “viñetas”, para no repetir lo obvio tratándose de un cartel sobre cómic. El círculo era esencial por el diseño de las sillas, luego lo explico, y todo eso se lo comenté a Erika. Ella decidió “resumir” cada cómic con una silueta negra, dentro de un círculo que funcionaba como un “foco”. Añadió el año de concesión del Premio Nacional en cada obra para identificarlas cronológicamente, y eligió los colores complementarios del cartel, fondo y rótulos. El fondo oscuro del cartel lo decidió para contrastar con la fachada clara del edificio del Rectorado, pensando ya en la banderola. Con las siluetas negras resolvió muy bien el problema habitual en todos los carteles para obras colectivas: cómo unificar imágenes que aludan a todos los participantes con una estética coherente, sin que aquello parezca una “zarzuela de marisco” por los diferentes estilos, que es lógico que cada artista sea de su padre y de su madre.

 

Como curiosidad, se ha diseñado unas sillas para la ocasión en las que el público asistente podrá leer las diferentes obras.

Pepo: Eso fue clave en el concepto expositivo desde primera hora, que en la sala se pudiera leer cómodamente cada uno de los cómics premiados porque son, en tanto libros concebidos para su reproducción gráfica, la obra artística final. Todo lo demás que se expone son materiales del proceso creativo, bocetos, dibujos a lápiz o tinta, guiones, etc. Entonces acudí a Juan Santos, diseñador de muebles, que hizo once sillas de diseño circular fascinante, que por cierto el público está usando muy bien. Esas sillas riman visualmente con el resto del diseño expositivo, basado en círculos, contrapunto a las formas rectangulares de las viñetas y páginas enmarcadas en la pared. Las sillas están sobre moquetas igualmente circulares, y la iluminación dio el toque final, fundamental. El diseño del montaje ha sido un trabajo conjunto de Juan Santos, Carlos Miranda —artista plástico y profesor en la Facultad de Bellas artes de Málaga— y yo mismo.

Yendo al contenido de la exposición, más allá de mostrar las páginas originales de cada uno de los trabajos se ha procurado introducir al espectador en los procesos de trabajo de los diferentes autores.

Pepo: De nuevo, al ser obra gráfica, concebida para su reproducción —no son cuadros ni esculturas, que sí se hacen para exponerse—, la obra final es el cómic impreso. Por eso se pretende exponer el proceso creativo, y presentarlo de manera didáctica para que el público entienda lo complejo que es realizar un cómic. Desde el guión y los estudios de personajes a los bocetos, planificación y diseño de páginas, lápices, entintado, color digital si es el caso, etc. Como cada autor trabaja a su manera, la variedad de procesos añade riqueza a una exposición colectiva como esta. En la zona de cada Premio Nacional se ha colocado un texto en la pared, también circular, para contextualizar la obra y sus autores. Son once textos en vinilo de corte más el de la entrada, que sirve como introducción sobre la creación y efectos del Premio Nacional del Cómic tras la iniciativa parlamentaria de Carme Chacón, etc. La mayor parte de las piezas se han enmarcado para pared, pero había algunos materiales que quedaban mejor expuestos en vitrinas; hemos puesto dos en la sala. Además hay sendos catálogos, uno sobre cada vitrina, que completan el relato expositivo porque incluyen explicaciones precisas sobre los procesos creativos.

En algunos casos la implicación de los protagonistas hace que se vaya más allá de estos procesos para mostrar pedazos de sus álbums familiares, como en el caso de Antonio Altarriba, que muestra las fotos de boda de sus padres.

Pepo: Así es, y es la primera vez que se muestran al público. Fue una iniciativa de Antonio. Aparte de las páginas dibujadas para El arte de volar, que enviaron él y Kim, Antonio decidió dejarnos fotos de sus padres, de la época en que se conocieron y casaron, y varias cuartillas de las memorias manuscritas de su padre, que le sirvieron para datar fechas y lugares en El arte de volar. En general, además de dibujos más acabados, los autores nos han dejado cuadernos preparatorios (Paco Roca, Tomeu Seguí, Santiago Valenzuela, Pablo Auladell), bocetos diversos (prácticamente todos los autores), dibujos para planificación (Max, Javier Olivares), estudios de color (Juanjo Guarnido), muestras de guiones redactados, a veces anotados (Felipe Hernández Cava, Valenzuela, Santiago García y Olivares), e incluso de rotulación manual (Rayco Pulido). Han sido muy generosos.

A pesar de tener como hilo conductor los Premios y el cómic, los once libros muestran unas características muy diferentes entre sí. ¿Ha sido muy complicado homogeneizar todas las propuestas?

Pepo: El diseño expositivo intenta dar esa unidad a todas las obras, que en efecto son muy diversas en temática y tratamiento. Poco tienen que ver Blacksad: Amarillo, El arte de volar, El paraíso perdido de John Milton o Las meninas, y por supuesto esa variedad estética da idea de la riqueza del cómic de nuestro tiempo. En la sala se han dispuesto en función de las relaciones visuales, a menudo por contraste entre ellas. Para la cronología ya están los textos explicativos en vinilo.

 

Uno de los platos fuertes de la exposición es la elaboración de un catálogo que funciona como libro autónomo.

Pepo: Al entrar el Ministerio en la exposición, gracias a su financiación de partidas importantes, las demás instituciones pudieron “estirarse” con su participación. En el caso del catálogo, lo ha pagado íntegramente el Vicerrectorado de Cultura de mi universidad. Tecla Lumbreras, la Vicerrectora actual, trabajó durante años en la gestión cultural, fue galerista en diversas salas y luego directora cultural en la Diputación de Málaga antes de profesora universitaria. Tecla además había organizado exposiciones sobre cómic, ya desde los ochenta, cuando poca gente las hacía. A ella, te lo puedes imaginar, no hay que justificarle la importancia de un buen catálogo que documente las exposiciones, porque cuando la exposición termina, si no hay catálogo, no queda nada. Queríamos que el catálogo fuese un libro que, como bien dices, se puede leer autónomamente. Y me ha dejado hacerlo, como todo lo demás. 255 páginas en cartoné, con entrevistas realizadas por Gerardo Vilches, otros textos y un montón de imágenes. El diseño gráfico es de Hadaly Villasclaras, con fotografías de las obras realizadas por Javier Artero, y todos han hecho un trabajo excelente. Y quiero destacar el trabajo ímprobo que se ha pegado aquí Gerardo, porque casi todas son entrevistas de verdad, es decir, no por email sino conversaciones que luego ha tenido que transcribir.

¿Cómo ha sido el trabajo, Gerardo?

Gerardo Vilches: Para mí ha sido un auténtico placer participar en este proyecto tan ambicioso. Cuando Pepo me propuso que me encargara de las entrevistas para el catálogo, no dudé ni un momento en decirle que sí. He tenido la suerte, además, de que he gozado de mucha libertad para plantear las entrevistas, más allá de las lógicas restricciones de espacio y la obvia necesidad de que trataran la obra premiada y la valoración del Premio Nacional por parte de los autores. Como decía Pepo, su predisposición ha sido muy generosa. Y el método de trabajo por mi parte ha sido diferente en cada caso, porque para mí era importante personalizar cada texto, para atender así a la diversidad en los autores que habéis comentado. Pero, en términos generales, preparaba la entrevista releyendo la obra galardonada y refrescando la memoria sobre las trayectorias de los autores, y preparaba un guión de trabajo para cada entrevista, aunque normalmente tiendo a dejarme llevar cuando entrevisto y dejar que fluya la conversación, dentro de unos márgenes. Fueron varios meses trabajando, tanto en la realización de las entrevistas como en la posterior edición de los textos, para intentar que todo quedara lo más interesante y completo posible.

¿Cómo ha sido la coordinación entre ambos?

Pepo: Mejor que lo explique Gerardo [risas].

Gerardo: Sin problemas, sin problemas [risas]. Creo que Pepo y yo estábamos en la misma onda sobre el trabajo y eso facilitaba mucho las cosas. Como decía, gocé de mucha libertad para las entrevistas, y una vez que estaban hechas y transcritas, enviaba a Pepo una primera versión, que comentábamos entre los dos. Pepo me sugería cambios en la edición, los consensuábamos y una vez teníamos un texto definitivo, se enviaba a los autores para que corrigieran, añadieran o matizaran lo que quisieran, algo que, en entrevistas orales, me parece importante en una entrevista cultural. Una vez el autor daba su aprobación o enviaba el texto con modificaciones, Pepo y yo volvíamos a corregir para eliminar erratas y así terminaba el trabajo. Así, quince veces [risas].

Cada uno de los galardonados tiene una trayectoria antes y después del premio. ¿Ha sido complicado equilibrar la presencia de cada uno de ellos?

Pepo: Si te digo que no mentiría. Hemos tenido mucho cuidado con eso, en la sala y en el catálogo, para que cada obra tuviera la misma presencia. Espero que se haya conseguido. En el catálogo cada autor tiene, además de su entrevista con Gerardo, un curriculum que resume su trayectoria hasta el presente, redactados entre Gerardo y yo, y una sección de imágenes equivalente. Y luego se han incluido, imágenes de las obras expuestas aparte, las tiras que dibujaron en 2016 para El Balanzín, la serie que coordinaste tú, Kike, Antes y después del Premio Nacional, que se han reproducido ahora en el catálogo por iniciativa tuya. Los dos Premios Nacionales que se dieron después, Pablo Auladell y Rayco Pulido, también han dibujado ahora su propia tira.

Gerardo: En lo que a las entrevistas se refiere, era fundamental movernos en extensiones similares, dedicar un espacio proporcional a cada autor. En los casos de entrevistas a dos autores por una misma obra, también era importante que hubiera una proporcionalidad en sus intervenciones y una atención similar a su trabajo dentro de esa obra.

Como en la exposición, los procesos de las obras se convierten en protagonistas.

Pepo: Eso es. La exposición debía, sobre todo, mostrar el proceso creativo de cada obra, pero también permitir leer los cómics in situ. De hecho hay visitantes que preguntan, al terminar de verla, si pueden comprar los cómics. En la sala no se pueden vender pero se les envía a varias librerías cercanas. Lo que sí se vende en sala es el catálogo, que también se podrá comprar por internet pronto. En el catálogo se destaca igualmente el proceso creativo, tanto en las entrevistas de Gerardo como, posteriormente, a la hora de redactar los pies de imagen explicativos de las obras catalogadas, que en algunos casos me han quedado bastante extensos.

Gerardo: Para mí, siempre es importante atender a los procesos de creación de los autores, me parece que es lo que mejor explica sus obras. Ahora bien, a mí me interesan, sobre todo, las cuestiones culturales, artísticas y personales, más que las técnicas… Creo que, para las personas que lean el catálogo, será más interesante desvelar las influencias o las circunstancias familiares que llevan a un autor a tratar ciertos temas que la tableta gráfica o la plumilla que emplea, o si realiza un storyboard previo antes de la página definitiva. Esas cuestiones pueden tratarse y, de hecho, se tratan, pero intenté poner el foco en esos otros temas. También era esencial, para mí, insertar la labor de estos creadores dentro del contexto cultural de su época, y no sólo como parte del medio del cómic. Si el Premio Nacional venía a equiparar y normalizar este arte con el resto, era esencial que eso se evidenciara en las entrevistas. Por eso intenté escapar de lugares comunes y preguntas sobre la historia del cómic y centrarme en aspectos más amplios. De todas formas, tengo que decir que en estos casos era sencillo: me parece inevitable hablar de filosofía con Max, de teoría del arte con Santiago García y Javier Olivares, de literatura beat con Díaz Canales y Juanjo Guarnido o de historia contemporánea con Alfonso Zapico, Felipe Hernández Cava y Tomeu Seguí o Antonio Altarriba y Kim. Sobre lo que comenta Pepo del método que he seguido en las entrevistas, efectivamente, la mayor parte se hicieron en directo —salvo en un caso en el que, por agenda, fue imposible, y se recurrió al correo electrónico—, o bien en persona o bien por Skype. Cuando se trataba de un tándem creativo intenté que la conversación fuera con ambos a la vez, para provocar el diálogo entre ambos. Una vez grabadas las conversaciones, las transcribía, siguiendo un proceso de edición bastante exhaustivo, para resumir, reordenar en algunos casos, y pulir el lenguaje oral, que creo que puede ser ágil y atractivo en una entrevista publicada en un medio más de consumo rápido, pero que, en mi opinión, habría chirriado en un catálogo.

Ambos sois estudiosos del medio. ¿Cómo creéis que ha cambiado el panorama editorial a lo largo de estos diez años?

Pepo: Mucho. En 2007, el año que se dio el primer Premio Nacional, emergía una industria de novela gráfica española aún precaria. Hay muchos factores que han cambiado el panorama. El interés de la prensa cultural, las librerías y el público, que deriva de la calidad de las propias obras y las nuevas temáticas que aporta al cómic la novela gráfica internacional; la forma de editar los cómics, hoy mayoritariamente en libro, lo que “pide” venta en librería; el vistoso escaparate que han sido tantas adaptaciones de cómics al cine, de superhéroes o no. La ya antigua “polémica sobre la novela gráfica”, en buena parte artificial, respondía a esos cambios, a veces para negarlos según quien opinase a pesar de que eran cambios evidentes. Es llamativo porque el tebeo tradicional comercial, mayoritariamente juvenil, no solo no se ha olvidado como algunos temían, sino que es reivindicado desde ese cómic artístico para adultos o novela gráfica. En las entrevistas y textos institucionales del catálogo también se puede comprobar: en bastantes párrafos se recuerda al tebeo popular tradicional, que es la tradición de la que la mayoría de nosotros venimos en el cómic.

El Premio Nacional aparece justo a tiempo para certificar en España la asimilación del cómic como “nuevo arte” del siglo XXI, porque lo equipara a otras actividades artísticas que ya tenían su Premio Nacional, letras españolas, cinematografía, etc. El Premio Nacional de Artes plásticas se crea en la democracia, en 1980, pero el primer Nacional del Cómic no se da hasta casi tres décadas después. En contra de lo que a veces se ha dicho, creo que el cómic no empieza a ser reconocido social e institucionalmente como un arte hasta fechas recientes, y me parece que aún falta consenso al respecto. Pero eso es el resultado de un largo proceso que viene de los años sesenta y setenta, con el pop art y la teoría sobre cómic, el comix underground americano y los cómics europeos para adultos, las primeras exposiciones sobre cómic, luego el Maus y los superhéroes adultos de los ochenta, el cómic “alternativo” de los noventa, la novela gráfica de los 2000 con sus Chris Ware, Marjane Satrapi y Alison Bechdel, la difusión del manga en Occidente que nos descubre muchas obras maestras, el impacto del cine y las teleseries que adaptan cómics, etc. Es un proceso. Que por cierto ya está en otro momento, porque en esta década la novela gráfica se ha diversificado en formatos, el cómic más tradicional ha consolidado un circuito en librerías generalistas que antes no tenía —creo que ambos se han beneficiado recíprocamente a nivel comercial— y existe un nuevo cómic independiente, de autoedición a veces, alternativo a la tradición de la novela gráfica.

Gerardo: Suscribo la exposición de Pepo. Creo que ha resumido muy bien el proceso que ha experimentado el medio en estos diez años, desde la publicación en 2007 de dos obras clave, Arrugas de Paco Roca y María y yo de Miguel Gallardo. Lo que hemos experimentado desde entonces —desde antes, incluso, por lo menos desde 2000 o 2001— es la constitución de un nuevo paradigma, fruto de esa evolución que ha explicado Pepo, que ha venido a ocupar un espacio dentro del contexto cultural contemporáneo. El modelo industrial basado en las publicaciones periódicas y en los personajes icónicos, orientado, casi en su totalidad, al público infantil y juvenil, tuvo su época y su sentido en un contexto socioeconómico muy diferente al actual.

¿Cuánto han tenido que ver los premios en este cambio?

Pepo: Creo que mucho. Los cambios en las Bellas artes que trajo el siglo XX —que hoy son más de las que solían ser, cuando el concepto de “Bellas artes” se elabora a lo largo del siglo XVIII— se producen lentamente, por procesos históricos, socioculturales. Y es la institución la que termina certificando esos cambios. Léase la universidad o academia, el museo, etc. En este caso, el Ministerio de Cultura español al integrar el cómic como nueva categoría de sus Premios Nacionales. Creo que el capital simbólico que eso implica no se puede subestimar. Basta pensar en las reacciones de algún “intelectual” escandalizado cuando se enteró de que existía un Premio Nacional del Cómic, porque eso lo equiparaba a la literatura (que él escribía, claro). O su impacto en la industria del cómic, que lo tiene y así lo admiten libreros, editores y autores. En general, el prestigio cultural que dan los premios me parece innegable. De hecho se dan sobre todo para eso, para dignificar culturalmente a las obras premiadas y, por extensión, al medio que las produce. Pero no es lo mismo que el premio te lo den desde dentro, desde un festival de cómic, que te lo den desde fuera, desde un Ministerio de Cultura. Eso marca una diferencia crucial.

Gerardo: A mí me parece lógico y necesario que exista un Premio Nacional de Cómic, así como otros galardones institucionales. A veces se argumenta que esto evidencia un complejo de inferioridad, se dice que el cómic no necesita dignificarse, porque ya es digno. Pero ese argumento olvida que la legitimación cultural no es una condición natural de los artefactos culturales o de los medios de expresión, sino que es un constructo social; es decir, un medio es digno en tanto la sociedad de su tiempo lo percibe mayoritariamente como tal. En los años noventa —cuando ya se había dado un boom del cómic adulto en España— aún encontrábamos textos escolares que clasificaban el cómic como subliteratura; hoy aparecen frecuentemente como recursos didácticos. Es evidente que algo ha cambiado en la sociedad. Claro que los aficionados sabemos que el cómic siempre ha tenido valor, pero si hoy lo reivindicamos como arte es porque se ha experimentado este proceso de legitimación cultural, al cual, a nivel personal, veo muchas ventajas, y del que, en realidad, el Premio Nacional no es causa, sino consecuencia lógica. Como la sociedad comienza a percibir el cómic como un medio artístico, las instituciones lo tratan como a tal, y no al contrario. Cualquier objeción basada en la pérdida de potencial contracultural o subversivo que el medio pueda tener si se institucionaliza se desvanece cuando comprobamos la cantidad de material autoeditado y fuera de los radares institucionales que aparece en España. Ambas cosas pueden coexistir sin ningún problema. Y, por añadidura, se han premiado obras muy diferentes entre sí, aunque, con sólo once obras premiadas, es normal que se perciban carencias. No hace falta decir, claro, que tampoco supone la panacea universal, evidentemente, como saben los autores y explican en sus entrevistas. El impacto es positivo a un nivel general, pero en cada caso hay diferencias.

¿Exposiciones como está ayudan a que el medio encuentre el prestigio necesario?

Pepo: Me gustaría pensar que sí, y desde luego se hacen para eso. Una vez más, la institución añade prestigio a aquello que bendice. En este caso, la Universidad y el Ministerio, que organizan la exposición y editan el catálogo, y meter al cómic en el espacio simbólico de la sala de arte siempre lo legitima como tal. Pero lo hacen porque deciden que eso tiene un valor cultural, que es de interés general, y merece la pena difundirlo. Esa es la novedad respecto a tiempos no tan lejanos, cuando doctores en psiquiatría y comités del senado investigaban si los tebeos eran una causa de la “delincuencia juvenil”. O se censuraban oficialmente, como en España y en otros países de Europa.

Gerardo: Desde mi punto de vista, ésta es la consecuencia más práctica de la atención institucional: acerca el cómic a gente que lo desconocía o que lo consideraba aún un medio infantil de escaso valor cultural. La labor divulgativa me parece esencial, y el hecho de que una universidad dedique un espacio tan privilegiado al cómic español es fantástico y muy positivo.

En paralelo a la propia exposición gran parte de los premiados colaboran a dar contenido a la exposición a través de diversas charlas.

Pepo: Sí, sí. Vinieron Santiago Valenzuela y Javier Olivares a una primera mesa redonda para la inauguración, que se llenó. A la semana siguiente, Antonio Altarriba y Kim, de nuevo con éxito de público. Ahora vienen Max y Paco Roca a la última mesa redonda, el jueves 11 de enero, a las 19:00, siempre en el mismo edificio donde está la exposición. La idea es esa, “ampliarla” con otros eventos y permitir al público que oiga de primera mano a los artistas, verles y preguntarles.

 

Eres un reconocido crítico con un contacto directo con la mayoría de los galardonados. ¿Te has encontrado sorpresas al indagar en sus obras?

Pepo: Por supuesto. En algún caso al releerla ahora, con la perspectiva del tiempo transcurrido. Por ejemplo, Arrugas. Cuando se publicó en 2007 la subestimé, me parecía demasiado “blandita”. Creo que entonces me pasé de listo y no supe ver que, bajo sus formas “amables”, es una obra muy sabia con bastantes capas de lectura, que sabe tocar temas difíciles de manera nada banal. Su éxito popular lo demuestra, porque tanto el cómic como la adaptación al cine animado que dirigió Ignacio Ferreras, que es muy fiel, han “llegado” al gran público. Dentro y fuera de España.

La exposición se cierra el 13 de enero pero ¿tenéis planteamiento de que continúe su recorrido?

Pepo: El Ministerio de Cultura se encarga de la itinerancia. La responsable de eso, Pepa Gutiérrez, viene a ver la exposición a Málaga ahora en enero, y hablaremos del tema. El Subdirector General del Libro, Javier Pascual, que amablemente vino a la inauguración junto a David García, nos contó que ya hay varias instituciones interesadas en la exposición, de España y de otros países.

¿Proyectos?

Pepo: Además de terminar dos textos sobre cómic que tenía que haber entregado ya, y Gerardo sabe de alguno [risas], me gustaría acabar cuanto antes el cuarto volumen de El vecino, que estoy dibujando, por supuesto de nuevo junto a Santiago García, y publicar el libro de mi tesis doctoral sobre Frank Miller.

Gerardo: Demasiados [risas]. Seguir trabajando en CuCo, Cuadernos de cómic, del que acaba de aparecer su noveno número, defender mi tesis doctoral y pensar en una publicación sobre la misma… Y a corto-medio plazo, estoy coordinando un volumen colectivo de ensayos del que muy pronto habrá noticias.

Premio Nacional de Cómic | 10 años. 2007-2017

Max | Paco Roca | Felipe Hernández Cava & Bartolomé Seguí

Antonio Altarriba & Kim | Santiago Valenzuela | Alfonso Zapico | Miguelanxo Prado

Juan Díaz Canales & Juanjo Guarnido | Santiago García & Javier Olivares

Pablo Auladell | Rayco Pulido

14 diciembre 2017 – 13 enero 2018

Sala de Exposiciones del Rectorado de la Universidad de Málaga

Av. de Cervantes, 2, Málaga

Organizan: Vicerrectorado de Cultura y Deporte de la Universidad de Málaga, Fundación General de la Universidad de Málaga y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte

Comisariado: Pepo Pérez

Horario: de lunes a sábado (excepto festivos), de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00

Visitas guiadas gratuitas: lunes y miércoles de 18:00 a 19:00 h.

Calendario de eventos:

Jueves 14 diciembre 2017 19:00 h. | Mesa redonda: Creando Premios Nacionales del Cómic. Encuentro con Javier Olivares y Santiago Valenzuela. Sala de Juntas del Rectorado de la Universidad de Málaga.

Jueves 21 enero 2017 19:00 h. | Mesa redonda: Escribiendo y dibujando Premios Nacionales del Cómic. Encuentro con Antonio Altarriba y Kim. Sala de Juntas del Rectorado de la Universidad de Málaga.

Jueves 11 enero 2018 19:00 h. | Mesa redonda: Dibujando Premios Nacionales del Cómic. Encuentro con Paco Roca y Max. Salón de Actos del Rectorado de la Universidad de Málaga.

Catálogo: Textos de Tecla Lumbreras Kraüel, Diego J. Vera Jurado, Óscar Sáenz de Santa María Gómez-Mampaso, Pepo Pérez y Gerardo Vilches, que incluye entrevistas a todos los artistas participantes. A la venta en sala o por internet

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