
Juan Berrio es una de las voces más elegantes de nuestro cómic, un autor con una sensibilidad y un gusto por reflejar la grandeza de lo pequeño que se ve en cada nuevo trabajo. Con su nueva obra vuelve a reflejar la poesía de lo cotidiano en una historia de silencios en que nos devuelve la mejor versión del dibujante.
Pregunta: ¿Qué es “Siete sitios sin ti”?
Es una historieta, tebeo o novela gráfica que cuenta la separación de una pareja muy joven, probablemente su primera separación.
P.: ¿Cómo nace la obra?
El guion del primer capítulo lo escribí hace mucho tiempo, hace cinco o seis años. Al principio formaba parte de un proyecto de historias cruzadas en una noche (más que cruzarse apenas se tocaban tangencialmente). Me entusiasmaba tanto este capítulo que descarte las otras historias y quise profundizar en esta. Ya con un guion de lo que después sería este Siete sitios sin ti, dibujé este primer capítulo, pensando que tenía entidad y sentido en sí mismo, cuando Santiago García me ofreció participar en el recopilatorio de autores de novela gráfica que se llamó Panorama. Pero después pensé que era mejor no anticipar nada de la historia y esperar a su publicación completa. Por supuesto, dibujé una historia diferente para Panorama.
Después fui avanzando poco a poco. La división en capítulos me permitía trabajar en uno de ellos durante unas semanas o unos meses, y después alternar con encargos u otros proyecto personales más sencillos que se imponían con urgencia, como Kiosco, El paseo de Antón, Piso el barro, barro el piso o Te quiero.
P.: La historia nos habla de una ruptura, de un primer amor y de la reconstrucción de uno mismo. No sé si es una historia real pero hay mucha verdad en ella.
No es una historia real, es ficción, pero, por supuesto, utilizo recuerdos de experiencias personales.
P.: En el caso de esta obra cobra un gran protagonismo lo que no se cuenta. Los silencios y las elipsis narrativas se convierten en protagonistas.
Sí, ya desde el título los lugares son importantes. Primero porque esos sitios hablan de la ausencia del otro, pero también porque para seguir a Elena, la protagonista, en esos momentos de soledad y silencio, o en sus difíciles decisiones, he necesitado planificar bien las viñetas y las páginas, mostrar esos campos vacíos que ella mira u observarla con una cierta distancia, de tal manera que todo nos dé una idea de lo que ella está viviendo y de cómo pasa el tiempo en esos complicados momentos.
P.: Durante años en las entrevistas siempre estaba presente la existencia de este trabajo.
Claro, durante todo este tiempo, estuviera dibujándola o no, la historia iba conmigo, disfrutando con cada nuevo hallazgo o sufriendo cuando algo no me terminaba de encajar. Igual que ahora, haga lo que haga, en mi cabeza están los nuevos proyectos, en los que avanzo incluso cuando estoy trabajando en otra cosa, y con los que sufro y disfruto.
P.: Después de tantos años conviviendo con ella, ¿has conseguido al final liberarte de ella?
Seguramente es así, una liberación, pero quizá lo vivo o lo quiero vivir con la satisfacción del que completa un enorme puzle, y al poner la última pieza confirmas que todo, por fin, después de tanto tiempo está en su sitio.
En general siempre, cuando un proyecto personal se ha dilatado en el tiempo, lo he vivido de una manera positiva, con el convencimiento de que si lo hubiera resuelto en un plazo más corto hubiera tenido un acabado más imperfecto, y de que esos retrasos, a veces inesperados y hasta dolorosos han servido para madurar la obra.
P.: La obra sucede en un momento indeterminado del tiempo aunque pequeñas pistas como unas cintas de vídeo o que se pueda fumar en los bares nos llevan a los años 90.
Sí, así es. Hay otra pista que nos lleva a esa época, y que es muy importante para el desarrollo de la historia, que es la ausencia de móviles. Lo que Elena y Jorge viven hubiera sido diferente con la urgencia y exceso de comunicación que ahora permiten los móviles y las redes sociales.
P.: En muchos de tus trabajos la influencia del cine es poderosa. Si en tus últimas obras la influencia del cine mudo y de Tati se convertían en referentes necesarios, en “Siete sitios sin ti” parecemos entrar dentro de una película de Eric Rohmer en que los paseos y conversaciones dejan traslucir el trasfondo real de la historia.
Hombre, gracias por esas referencias. Realmente todo lo que vemos, escuchamos o leemos deja su poso, y me confieso un enamorado de las historias pequeñas. Todo ese material que engullimos queda registrado en algún sitio y en cualquier momento vuelve al trabajar en algo propio, muchas veces sin recordar de dónde viene. Nunca me he puesto a trabajar a partir de una referencia, de un libro o una peli, o de un autor. No sabría hacerlo, no me siento cómodo con las influencias directas, pero sería idiota no reconocer que tantas cosas que me han hecho vibrar vuelven a mis páginas casi sin darme cuenta.
P.: El libro está lleno de poesía desde su título, una preciosa aliteración que enlaza con los juegos de palabras de tus trabajos más personales.
Me costó mucho dar con este título. A base de darle vueltas y vueltas, un día apareció. En este caso no buscaba necesariamente un juego de palabras, pero me gustaba cómo sonaba y me valía.
P.: Parece que has encontrado en Dibbuks un cómplice para llevar a cabo tus proyectos. ¿Cómo es la relación con la editorial?
La relación es fantástica. Ricardo Esteban es una persona extraordinaria y el equipo que forma con Marion Duc y Natalia Martínez es inmejorable. Dibbuks tiene un catálogo muy variado que me gusta seguir también cuando no tiene que ver con lo que yo hago, pero cada vez encuentro más autores con los que siento una afinidad especial, como Sergio García.
P.: Compaginas este trabajo con tus colaboraciones con la revista La Resistencia.
Sí, no puede ser de otra manera. Enamorado como estoy de las historias cortas y de las revistas, y siendo La Resistencia un proyecto de Juanjo el Rápido, quizá mi más viejo amigo dentro del mundo de los tebeos, y encima editado por Dibbuks, no podía no participar. La serie que allí publico, Los domingos también, espero que sea un álbum en 2020.
P.: ¿Proyectos?
En unos días, quizá antes de que se publique esta entrevista, verá la luz En construcción, publicado por Litera, un libro de arquitectura para niños que he tenido el placer de ilustrar trabajando con un equipo fantástico: Sonia Rayos y Silvana Andrés, como autoras de los contenidos, Ibán Ramón, como diseñador y Juan Romero, como editor. Casi me dejo la salud en este trabajo, pero tengo –tenemos– la sensación de que es un libro que nos va a dar grandes alegrías.
Y ya tengo bastante avanzado mi siguiente cómic. Aún no tiene título, pero habla de un niño al que no le interesa lo que, según los mayores, debería gustarle.
Infame&Co